lunes, 19 de diciembre de 2011

2012

En el mundo actual florecen culturas y subculturas (mueren unas y nacen otras, desestimando por completo su significado), un poco por moda, otro tanto por generar una pasajera identidad … quizas a modo de protesta o como respuesta al cansancio de una sociedad cada mas abstracta y efímera, donde los valores y las creencias son puestas en tela de juicio, hasta por el mas torpe académico… donde considerar algo eterno es lo mismo que un periódico del día, que dura veinticuatro bloques de sesenta minutos. (y cuidado si descubren que matemáticamente el día oculta algunos segundos de más) ¡Que importa!
He descubierto una gran verdad y es que hemos abusado de la capacidad que se nos ha dado de transformar y de transformarnos, como también en la libertad de crear entornos adecuados para aumentar el plano de nuestro análisis crítico como individuos y ni hablar cuando quitamos la lupa para vernos en sociedad.
Una pausa propongo, una pausa que detenga los mas desaforados mecanismos que permiten un avance hacia quien sabe donde.
Una pausa y una brusca reversa para apreciar algo de lo que existe a nuestro alrededor, que a la vez sirva de abre caminos, para volver a pisar nuestros propios pasos ¿Qué tiene de malo? y regresar por el mismo camino recorrido para notar que debimos aprender algo más de lo ínfimo que retuvimos. Porque un camino, al igual que un río, nunca es el mismo, el agua corre buscando escapar hacia algún manantial que le permita ser ella misma (ni siquiera sabe si es hombre o mujer) y el camino es una eternidad de opciones que pueden bifurcarse cuando nuestros pasos lo decidan y aunque pensemos que vamos abriéndonos paso, hay caminos que parecen olvidados, pero no son una doncella cuidando su inocencia, ya conocen la conciencia de los hombres, ya los ha devorado entre sus piernas.
NO podemos creer a ciencia exacta que una cultura milenaria haya logrado anticiparse a nuestro destino para atemorizarnos, pero si debemos ser capaces de valorar sus enseñanzas y su legado. Debemos ser lo suficientemente capaces de minimizar nuestro presente y entender que apenas llevamos cien años dentro de una burbuja de aparente conciencia, donde la mala administración de la libertad es la madre de nuestro futuro, y el Mago Merlín parece harbernos proveído de todo lo necesario para la comodidad de nuestros fines: la tecnología. Amiga del hombre, enemiga de los lazos fraternales, reductor de distancias, orgasmo de los adictos a las interfaces multimedia, y de los que adoran perder el tiempo utilizándola y conversando de ella, también es reprochada por los que antes fueron análogos, etcétera.
Es imposible no detenernos y aceptar esta pausa para comprender (no solo entender) que debemos ver hacia atrás, e incorporar algo de esas enseñanzas, y no solo porque se acerque el 2012, sino nuevamente minimizarnos y ver nuestro tiempo como una fracción de tiempo donde debemos lograr un lazo de energía – porque eso somos – y darnos el verdadero lugar en este juego, asumiendo que eso que tanto buscamos en la maleza virgen, alguien ya lo encontró hace miles años y lo grabó en piedra para ahorrarnos ese esfuerzo.
Sepamos vernos para saber proyectarnos …

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