jueves, 7 de abril de 2011

"Dime si no"

Dime si no es un sueño ideal salir de la ciudad a dar un paseo por el campo, tierra adentro, en busca de la Eterna Primavera.

Y que la invitación a esa idea sea un viaje transformador hacia el corazón de una postal, una proyección a color de una vieja película en blanco y negro, que se irá apoderando de nuestro entorno poco a poco; cuando estiremos las piernas y los brazos, cuando apaguemos los motores, al bajar del vehículo, cuando pisoteemos por descuido los lentes de sol que costaron una barbaridad, cuando el calzado se salpique con jugo de frutas al natural, que escapan a la moda.

Será y comenzará bien de madrugada, a la hora preferida de los curiosos, para convertirse luego en un almuerzo a destiempo, en un desayuno a media mañana, como lo quieras ver.
Acompañado de una huida sigilosa para no despertar a los vecinos, o un estruendo de maletas y la búsqueda de aquel tesoro en forma de canasta semi hippie, semi olvidada. Dentro de ella viajarán manjares deliciosamente organizados, más lo que haya a la mano y un hasta luego. Y lo que se quedó se quedó.

Será una pícara aventura exploradora, como que hacer con esa prenda de vestir que tanto amamos, pero nunca utilizamos porque nos da pena, pero ese día la pena se queda en casa.

Ring-ring,
Bicicletas incluidas para los más desenfrenados y carbón para los enamorados del humo.

Será un pretexto, un rotundo sí, y un vamos viendo en el trayecto.
Una ventana a nuevos aires, a una irresistible tarde de helado, donde lo importante no será un sabor, sino mil sabores y el afán de escapar, de caminar en un bosque de ensueño, de estar dentro de un relato, de una perfecta fábula, de desaparecer en el camino y de perderse por un rato.

Estaremos allí parados en medio de la naturaleza, de la perfecta nada, liberados de artificios, con ánimo de tomarnos de la mano y jugar a la ronda porque no hay nada más que hacer, hasta que un chapoteo nos recuerde algo de la infancia y las fragancias ya no sean de mentira. Cuando nos sintamos únicos en el mundo notaremos que nuestros vecinos también están allí, gozándosela.

Habrá de todo, una pasarela de pétalos, habrá serenata entre las ramas, rimas y poesía implícita, música, domadores de bestias imaginarias, seres mitológicos, trotes y galopes, rueda que te rueda, bulla de la buena, ring-ring, un director de orquesta y un espectáculo despampanante, pero de aquello no se habla hasta ese día, porque una serenata sabe encontrar su momento y su público.

Será también el momento indicado para ir al rescate de nuestra esencia, de lo simple y conmovedor, de lo rural, sincero, necesario. Sin mucho misterio ni trampas, como un trazo a lápiz buscando un punto de fuga, dentro y fuera de nosotros.

Todo esto y más.
Será un día único del mes de marzo, apegadísimo al recuerdo que pueda inspirar, fácil de repetir, imposible de olvidar.

Este viaje, este paseo, esta fantasía reveladora será la fusión entre lo individual y el mundo natural, donde se reencuentren el campo y los fulanos citadinos, el picnic y el confort, fortaleciendo el vínculo con lo fundamental, de pertenecer a una tierra que nos ama, nos respeta y que solo nos pide eso mismo a cambio.

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