sábado, 2 de abril de 2011

Acerca del Festival de Cine de Mar del Plata

Lo mejor de ser excedido en las pasiones es que durante un período corto de tiempo la realidad o rutina se traslada o bien desaparece, gracias a esa pasión. Llevo años experimentando en algunas y realmente en las que mas rédito obtengo es en aquellas donde no dependo de terceros. Porque son pasiones personales, pequeños gustos para incorporar la realidad que poco entiendo, y mucho menos a los terceros.
De eso se trata el festival de cine que se realiza cada año en mi ciudad. Las salas pierden el sentido comercial y se trasforman en pequeñas cápsulas atemporales donde uno ingresa y ya no será el mismo al salir.
Me invento una historia a cada instante, todo se compone de fotogramas, de sonidos, incluso de música. Las calles y las aceras -que nos permiten tener los pies sobre la tierra- parecen tener ranuras a los lados y nosotros mismos parecemos estar contando una historia en proyección.
Cada tercero es materia volátil, todas sus palabras fueron pensadas por un imaginario guionista que también premeditó absolutamente todas mis acciones y mis necesarios diálogos. Siento el sonido, durante diez escasos días, de un proyector y a veces escucho hablar a quienes proyectan la película, luego el verano va lastimando la composición fílmica de las calles y solo queda tiempo para la reflexión hasta el siguiente festival.

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