miércoles, 23 de marzo de 2011

"Instrucciones para hallar una idea y no olvidarla"

Debemos saber que una buena idea no se logra en el primer intento. Como también es importante reconocer que tampoco se logra en el segundo intento. Y por último asumir que no es el resultado lógico, ni el resumen del primer intento conjugado con el segundo; sino más bien se encuentra cuando uno deja de buscarla.
Para esto describiré una serie de ejercicios prácticos que facilitan este dificultoso hallazgo, o al menos nos hará sentir que no estamos solos en el camino de la mente versus la idea.
Como primera regla es importante abolir la asociación causa-efecto: encontrar no es consecuencia de buscar. Seguir las pistas de una idea seguramente nos dejará extraviados dentro de un desierto inverosímil. Ahora, si sientes un viento de frente que imposibilita la visión, y te ves rodeado de arenas movedizas (sobre todo si ese desierto ha sido creado para encontrar dentro de él un “Eureka”), te recomiendo que camines en dirección opuesta; esto es, que cierres cualquier tipo de superficie en la que estés volcando tus pensamientos y te dediques a una actividad mejor, como por ejemplo escuchar música o darte una ducha, ya que debes quitarte mucha arena de encima.
Una vez resuelta la desorientación espacial deberás; ahora sí, dar un primer paso seguro y certero, similar a saber dar pretextos acerca de una mentira. Pero esta mentira es solo una excusa y punto. Para que luego experimentes que has sabido cumplir con lo que te propusiste, pero… antes de poder estar sentado haciendo alarde de tus logros y genialidades, etcétera, debes recordar que aún estás frente a ti mismo, y que la idea pide hoja en blanco.
Recuerda, las buenas ideas se presentan como una manifestación pura e inconsciente, es como encontrar a quien se esconde por su incontenible risa.
Poco a poco te irás dando cuenta que una palabra, un fonema, un ruido, un gesto, o el reflejo de lo que estés bebiendo (si aún no lo estas haciendo, párate y ve a prepararte algo), te puede inspirar. Luego querrás estirar las piernas y enderezar tu espalda. Puedes tronar tus dedos y hacer algunos movimientos relajantes, no coloques ese disco compacto de yoga, eso te distrae, déjalo como premio. O mejor olvídate de todo por un rato, en este momento no lo necesitas. Olvídate de tus amigas, ¡ya sabes!
Bebe un sorbo de lo que te has preparado, saboréalo y cierra los ojos. ¡OJO! Solo un instante, porque perderás el hilo de lo que te estoy diciendo, más bien contando, o en realidad de lo que estás leyendo; que ya escribí. Pero tú lo vives en tiempo real. ¡Bien! Aquí quería llegar, en las ideas no existe el tiempo real, olvida esa idea… ya tenemos un concepto: una idea puede ser la negación de otra idea. La psicología inversa aplica perfectamente en este ámbito.
Olvida los preceptos, así podrás generar algo de la nada, que es la fuente de todo. Esa parte deberemos repasarla mejor luego, quizás en otro capítulo o en otra vida. Hasta que sin darnos cuenta ¡eureka! llegamos a un tema, que es el detonador perfecto de cualquier idea. Mi tema será: La Nada.
Déjame ponerte un ejemplo de La Nada: “Hay una separación entre el silencio y el espacio, como también hay un instante entre las pausas y los pestañeos, como la palabra que es sabia por no dejarse provocar de los labios. Un suspiro retenido, una Remington en una mesa con tres patas, hay tantos elementos que tienen que ver con nada y sin embargo lo dicen todo”.
Te invito a que te animes, a que conviertas en nada lo que escribes, porque este ejercicio no es para nada una idea, sino más bien es como caminar en una kermese repleta de mecanismos, e intentar atinar en ese punto que levita entre círculos mayores que -como aureolas- se van alejando para ayudar a la buena puntería.
Una genial idea es una mamushka que pide ser desvestida, que cambia su altura, pero no el contenido.
Antes que me olvide, para recordar tu idea es bueno apuntarla.
Espero que no sea tarde.

No hay comentarios: